La interrogante acerca del porque es importante la filosofía sigue todavía abierta y desde hace mucho tiempo, sin darnos una respuesta definitiva.
El enunciado toma una relevancia enorme cuando la hacemos desde nuestra situación específica, desde nuestro contexto específico formado por una cultura de contrastes, en la cual tanto pobres como ricos estamos, cada uno a nuestra manera, buscando todos los días los bienes materiales, los unos para subsistir y los otros para tener más. En este ambiente materialista, en el cual la producción, el trabajo y el consumo son los valores prioritarios, la filosofía parecería perder su sentido y su valor. Más aún, en un país en el cual la práctica de la enseñanza de esta materia ha sido fuertemente desvalorizada por diferentes razones, hacernos esta pregunta implica también arriesgarnos a ser sometidos a serias críticas provenientes de los prejuicios y de las predisposiciones.
Sin embargo, es necesario que tratemos de hablar de manera sencilla a esta cuestión, sin perder nuestra perspectiva hondureña y teniendo en cuenta nuestra propia realidad educativa, social política y económica.


Para que la reflexión filosófica tenga sentido, hay que crear en los infractores, no solamente la conciencia sobre su conducta agresora sino que hay que ayudarles a conseguir los medios para que transformen su situación propia. No basta entonces con militarizar y reprimir: se trata de educar y al mismo tiempo de procurar los medios para un cambio.
Notemos justamente que un tipo de reflexión sobre un problema de esta índole, debe ser llevada a cabo desde diversas disciplinas, tales como la sociología, el trabajo social, la psicología, la economía, etc.
A través de este ejemplo, creo que he expuesto claramente que el recurso a la reflexión filosófica es necesario quizás hoy más que nunca en nuestro país.
Nos damos cuenta pues, que la filosofía no se trata de una reflexión aislada y vacía; además, ella sola, con sus propios medios, no puede solucionar por arte de magia un problema de la naturaleza como el que acabamos de exponer y cuyas raíces están profundamente enterradas en la corrupción, en el hambre y en el desempleo de nuestro país. Sin embargo, creo que la iniciación a la filosofía desde muy temprana edad, es un buen ejercicio para desarrollar en los niños y en los jóvenes la capacidad de la reflexión, medio a través del cual se aprende la libertad de pensamiento.
Defiendo entonces la postura siguiente: la reflexión filosófica debe ser un hecho educativo que debe iniciarse desde la escuela y antes, en cuanto sea posible.
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